domingo, 19 de diciembre de 2010

Dos recuerdos imborrables



Dulce Chacón fue una escritora que dejó huella allá por donde pasó. Todavía es el día de hoy que la recuerdo junto a José Saramago encaramada en una tribuna en la Puerta del Sol leyendo un Manifiesto contra la Guerra de Irak. Ahora, justa y oportunamente, se reedita su obra, La voz dormida, presentándose en una caja que incluye a su vez el libro inédito de relatos Diario de una mujer muerta y otros cuentos. La voz dormida hace referencia a ese otro contingente de combatientes anónimos que sufrieron como los que más los sinsabores de una cruel derrota para la que no estaban preparados. Y ellas, las mujeres, menos que nadie. Escrita en clave periodística, narra el innecesario sufrimiento de las mujeres republicanas en las cárceles franquistas en los años inmediatamente posteriores al fin de la guerra. Vidas marginales y truncadas en exceso. La Guerra Civil vende y vendía, y a eso no son ajenos los autores de ahora, ni lo era Dulce Chacón. Bastaba echar un vistazo a las mesas de novedades de los últimos años y comprobar como gran parte de las obras literarias que se escribían en España, directa o indirectamente se relacionaban con dicha contienda. Y si esto era cierto, no lo es menos que hasta La voz dormida nunca se había escrito la historia de los perdedores desde el punto de vista de las combatientes. Lo cierto es que a restituir la memoria histórica de un pueblo y elevarla a la categoría de inmortal, es a lo que se dedico durante su corta pero fructífera vida literaria, la tristemente fallecida Dulce Chacon. Siempre nos quedará la duda de hasta donde hubiera llegado literariamente. Pero eso es ya otra historia.

domingo, 7 de noviembre de 2010

De premios y premiados


Recuerdo haber leído, como Javier Cercas, la encuesta a la que se refiere en el prologo/epilogo de su última novela Anatomía de un instante (Mondadori). “Marzo 2008. La cuarta parte de los ingleses pensaban que Winston Churchill era un personaje de ficción”. Recuerdo perfectamente haberme sorprendido, escandalizado, por ello. Y recuerdo después haber reflexionado. ¿Qué saben nuestros hijos de Francisco Franco, por ejemplo?. Nada, salvo que fue un dictador. Punto final. Javier Cercas en Anatomía de un instante no se ha ido tan lejos en el tiempo. Lo ha hecho a un momento aislado pero imprescindible para conocer nuestra reciente historia: el 23 de febrero de 1981. El Golpe de Estado de Tejero. El Tejerazo. Y ha escrito una novela/ensayo con tintes periodísticos en la que desgrana en 437 páginas lo que fue: la Anatomía de un instante. Suárez (Adolfo) en su tribuna ausente ante los disparos golpistas, Gutiérrez Mellado y Santiago Carrillo, sentados sin moverse, impertérritos ante las balas, quizás porque no era la primera vez, ni la segunda que las oían silbar, y el resto de diputados, como el resto del país, agachados, escondidos bajo la mesa de la cocina. Esperando. El libro tiene el valor documental de recordarnos un tiempo pasado demasiado reciente. No en vano, ¿recuerdan ustedes que estaban haciendo el 23 de febrero de 1981?. Yo si, como el 11 de septiembre del 2001. Son fechas para la historia, para recordar, para no caer en la trampa, como los ingleses, de que los protagonistas eran personajes de ficción. Por eso le han dado el Premio Nacional de Literatura de Javier Cercas y su Anatomía de un instante. Por eso y por muchas otras cosas.

Y puestos a hablar de premios y premiados, justo es mencionar a quien llevaba camino de arrebatarle el cetro a Jorge Luis Borges, muy a su pesar: Mario Vargas Llosa, Don Mario. Pero no, duerma usted tranquilo por fin, usted, Gabo, Carlos Fuentes y cuantos aún queden y permanezcan vivos de aquella “generación irrepetible” que fue el boom latinoamericano. Duerma usted tranquilo con sus visitadoras, sus cachorros, con los cuadernos de Don Rigoberto, con las travesuras de la niña mala, con Palomino Molero, con la tía Julia, conversando en la Catedral…. Duerma usted tranquilo por fin, porque se ha hecho justicia y le han dado el Premio Nóbel de Literatura con todo merecimiento. El Olimpo de los dioses literarios tiene un nuevo inquilino. Pero si como narrador, nadie lo pone en duda, como periodista, sus artículos sobre política, con ser discutibles resultan igual de interesantes, ya que en ellos despliega su agudo sentido crítico literario a la par que su talento como escritor. Por su pluma se pasean desde Lezama Lima, hasta Corín Tellado, desde Paul Valery hasta César Vallejo. Y en todos los escritos deja su impronta personal. La de quien se siente heredero de una estirpe que guste o no, está cercana a la desaparición.

sábado, 31 de julio de 2010

VERANO 2010

- ¿Qué se llevaría usted de vacaciones a una isla desierta? – me inquirió con descaro una amable periodista en plena calle con no menos de treinta y cinco grados a la sombra, lo que no me dejaba demasiado juego a la imaginación.

Veamos. Podría llevarme mi MP3 bien surtido, posiblemente de música de algún cantautor de provincias escasamente popularizado, alguna que otra lata de comida, que la intendencia es tremendamente importante y nunca se sabe el tiempo que se puede tardar en conocer las reglas de juego de la isla, y por tanto en poder ser autosuficiente, una navaja suiza que haga las veces de cuchillo, tenedor, abrelatas y cuchara, inseparable compañero de viaje de todo aventurero que se precie, ropa de repuesto, calzado fuerte, que no todas las islas gozan del caribeño clima de sus homologas televisivas, cerillas, mechero, papel, en definitiva algo con lo que encender una buena hoguera que me sirva para calentar la comida de las latas, para calentarme yo mismo o para ahuyentar a los mosquitos y demás fieras que se les ocurra visitarme, una radio con la que escuchar el parte meteorológico, que uno puede ser un Robinson, pero antetodo debe mantenerse informado del estado del tiempo, un teléfono móvil con dos baterías de repuesto con el que poder comunicarse con el exterior y así poder solicitar nuevamente más latas de comida, más pilas para la radio, más cerillas, que todo se agota, más ropa limpia y más calzado…., un ordenador portátil para escribir mis memorias, acaso un diario, o una novela, por qué no, que siempre me atrajo lo de ser escritor, una grabadora de mano donde iré grabando lo que se me ocurra cuando esté tomando el sol en la playa y no tenga el ordenador a mano, que un amigo poeta me confesaba en una ocasión que resulta muy útil, una escalera de mano que sin duda en la isla habrá cocoteros y se me puede apetecer uno y yo no soy precisamente un dechado de virtudes físicas como para subirme a los árboles sin escalera, mi pipa, mi vieja pipa de la que nunca me separo que aunque llevo tres años sin fumar es bueno combatir la soledad con una vieja amiga, mi visera de los Bulls de Chicago de la que tampoco me separo desde que los viera en directo en una final de la NBA, un calendario en los que ir anotando los días que van pasando o restando los que queden hasta que me encuentren, en el supuesto de que alguien me eche de menos, quizás mi esposa, o mis hijos, un….

- Pero hombre de Dios, - me interrumpió- yo solo quiero que me diga tres cosas que se llevaría a una isla desierta de vacaciones…..

- ¿Tres cosas?. Pues bien pensado, creo que lo único que me llevaría seria la novela Robinson Crusoe de Daniel Defoe. Si, eso es. Que en ella esta todo cuanto se necesita para…. Aunque tendría que llevarme mi maletín donde guardarla, que yo soy tremendamente escrupuloso y no me gusta que se me estropeen los libros, y puestos a llevar el maletín podría meter el ordenador portátil, que apenas ocupa espacio y el maletín es bastante grande, y algo de papel y lápices de colores, y oiga, señorita, que aun no he terminado!. ¿Adonde se va corriendo?.

sábado, 5 de junio de 2010

Reinventar a Pessoa

Hoy he visto a Pessoa pasear por las calles de mi ciudad, y tengo que reconocer que no sentí nada especial. Tengo amigos para los que el simple hecho de tomar un café o una cerveza con el poeta luso, o con cualquiera de sus apócrifos, sería motivo más que de orgullo y satisfacción, de veneración eterna y de recuerdo perpetuo. Igual, hasta fomentarían la colocación de una placa en el lugar en el que supuestamente habrían estado con él degustando un café con su correspondiente vaso de agua.. Yo no. ¿Saben por qué?. Porque yo no pertenezco a la secta de Pessoa.
Muchas veces me he preguntado el por qué de esa forma de comportarse de aquellos "pessonianos", y siempre llego a la misma conclusión. Ellos son a Pessoa, lo que cualquier poeta lusitano a Machado, Juan Ramón Jiménez o García Lorca. Pero de ahí a venerarlo como a un Dios a quien se le negó injustamente el pan y la sal en forma de Premio Nóbel (junto a aquel argentino ilustre de apellido avellanado) dista un largo camino. Muchas veces me he preguntado el por qué de esa manía que tienen los escritores de rejuntarse de una forma endogámica creando capillas y capillitas, que no son sino malas copias de las capillas, o en su defecto sectas de carácter masónico en las que se les exige fidelidad eterna a sus gurus, so menoscabo de verse apartados y marginados. Recuerdo sin ir más lejos un artículo que publicara en su día un cotizado autor al hilo de la secta congetiana, es decir la de aquellos devotos y seguidores de José María Conget, quien a su vez publicara en su día un artículo sobre la secta monterresina, quien a su vez publicara... Vamos, que todo escritor, o articulista que se precie pertenece o ha pertenecido a alguna secta en algún momento de su carrera. Y sólo cuando ese autor al que veneran con denuedo se populariza, cuando sale al exterior con luz y taquígrafos es cuando la secta pierde su sentido y es abandonada por sus acólitos quienes buscarán con denuedo otro a quien rendir tributo y adorar. Me imagino que aún no le ha llegado el turno de la jubilación al genial poeta portugués, que lo cortés no quita lo valiente, o a mi admirado Jorge Luis Borges. Mira por donde, sin saberlo, yo formo parte desde mis años de adolescencia, desde que descubriera con apenas dieciséis años aquellos fantásticos relatos que habrían de perturbarme durante no pocos años, de la secta borgiana. Una secta que aprovechando las ramificaciones de la red se extiende por el universo electrónico de una forma geométrica casi alarmante. ¡La de veces que habré soñado con El libro de arena, o con su laberíntica Biblioteca de Babel, oportuna y gráficamente recuperada por Umberto Eco en El nombre de la rosa!. Por cierto, me figuro que Borges a su vez debió de pertenecer a la secta de los satélites de Herbert George Wells, no en vano su célebre El Aleph se lo debe a su relato El huevo de cristal.
Pero volvamos al inicio del artículo. Hoy he visto a Pessoa pasear por las calles de mi ciudad. ¿O no era Pessoa?. Algunos creerán haberle visto, dado que su fe ciega, rayando casi en el fanatismo, les inducirá a cometer una y otra vez tan flagrante error. Yo, desde mi modestia, sólo puedo decir que al que sí que vi paseando por Oviedo fue al genial escritor Antonio Tabucchi, italiano de nacimiento, portugués de adopción y uno de los que mejor conocen la obra del poeta luso y de los que más lo admiran hasta el extremo de que su parecido físico con él raya casi la insolencia. Pero era Tabucchi, lo juro, que vino a Asturias a presenciar el rodaje cinematográfico de su novela Dama de Porto Pim, dirigida por Toni Salgot y protagonizada entre otros por Emma Suárez y Antonio Resines. ¿Qué decir de Tabucci?. Pues que yo pertenezco a la secta tabuchiana desde que lo descubriera en mis años de estudiante en la Universidad. Y puedo dar fe, de que yo le conozco por sus relatos y novelas y no por su pasión pessoniana. Que le vamos a hacer.

domingo, 2 de mayo de 2010

Cartas del Norte de Luis Garcia para ebook en Literaturas Com Libros

Cartas del Norte de Luis Garcia para ebook en Literaturas Com Libros

La editorial española tiene ya a la venta alguno de sus títulos ( Hans y las lluvias de abril y Cartas del Norte) en distintos formatos digitales (epub, mobipocket y más) en:
http://www.smashwords.com/profile/view/lclibros

Provedores de ebooks para la tienda de Itunes, también para Barnes & Noble y para el modelo Kindle, en una versión en español:
http://ebooks-espanol.com/


En el caso del Ipad no se trata de una aplicación especial sino de la conversión al formato epub , el que tiene la tienda ibook de Apple :
http://www.apple.com/ipad/features/ibooks.html

Informa:
Alejandro Pérez Prat - Director editorial LcL

domingo, 11 de abril de 2010

Literaturas Com Libros en todos los soportes Apple

Literaturas Com Libros en todos los soportes Apple

La editorial española Literaturas Com Libros pone a la venta la nueva edición digital de "Hans y las lluvias de abril", novela póstuma de Juan Iturralde (autor de "Días de llamas"), para los soportes de Apple: Iphone, Ipod Touch e Ipad.

Una edición especial para una aplicación informática ("App", como se conoce por el uso del Iphone) que incluye el lector Atomic Reader (desarrollado por la empresa española Atomic Flavor), en el que se ha volcado y maquetado el contenido del libro “Hans y las lluvias de abril” para los soportes de Apple.

Según Alejandro Pérez-Prat, director editorial de LcL: "Aunque el Ipad todavía no está a la venta en España y puede que tenga un público muy específico, creo que no podemos ignorar la gran cantidad de potenciales usuarios de habla hispana de este nuevo dispositivo de lectura en el futuro. En Literaturas Com Libros siempre hemos apostado por los soportes y plataformas nuevas al considerarnos una editorial nativa digital. En la actualidad todo nuestro catálogo esta disponible en versión ebook para la mayoría de dispositivos lectores electrónicos que hay en el mercado; asi como en el formato clásico de papel. Entrando en el entorno de Apple consolidamos una presencia por la que llevamos apostando desde la creación de la editorial en 2005. La novela Hans y las lluvias de abril esta disponible, además, para todos los usuarios ya existentes del Iphone, del Ipod Touch y del Ipad".

La nueva edición electrónica de la novela de Juan Iturralde sólo se puede comprar a través de la tienda Itunes, tiene la ventaja de poseer una versión muestra lee gratis (LITE) que incluye las 30 primeras páginas del texto. El lector puede así acceder al contenido, ojearlo y adquirirlo si lo desea en la versión completa. El lector digital Atomic Reader da la posibilidad de acceder a la página web del autor, consultar la editorial o ver el video de presentación de la novela.

Literaturas Com Libros quiere desarrollar todo su catálogo -en un corto periodo de tiempo- a través de esta modalidad de edición, e incluso, ofrecer sus servicios como editores y asesores especializados para estos soportes de lectura.

Nuestro libro está disponible en :

"Hans y las lluvias de abril" de Juan Iturralde para Iphone:
http://itunes.apple.com/es/app/hans-y-las-lluvias-de-abril/id364897973?mt=8

"Hans y las lluvias de abril" de Juan Iturralde para Iphone (versión LITE)
http://itunes.apple.com/es/app/hans-y-las-lluvias-de-abril/id364899313?mt=8

Más información:
Alejandro Pérez-Prat - Director Literaturas Com Libros
alejandropprat@literaturas.com

sábado, 6 de marzo de 2010

La guerra de Himmler

Oí hablar por primera vez de este curioso libro, La guerra secreta de Himmler, (Tempos Editorial) del cuestionado autor británico Martin Allen, por boca de un viejo amigo en una Librería de Viejo de mi Vetusta natal. “No se puede entender la Segunda Guerra Mundial sin haberlo leído” me decía.... Y aunque no es del todo exacto, si que es cierto que el astuto Jefe de las SS, mano derecha del Führer y uno de los que más abogaron por encontrar las raíces de la Raza aria, habría de participar, y no precisamente en el final de la contienda, aunque también, en una de las operaciones secretas mas desestabilizadoras y enigmáticas de toda la contienda: las ocultas negociaciones con los aliados para conseguir el final dialogado de la misma. A cambio, ganarse su derecho a quedarse al frente de una Alemania destruida física y moralmente. Uno tiende a pensar que Himmler en realidad nunca creyó en la victoria final, ni aún cuando militarmente las cosas les eran favorables. Es más, que para él, Hitler no era sino un estorbo para la consecución de sus planes. Pero con el tiempo se fue convirtiendo en un títere en manos de los aliados y solo su suicidio parecía el final mas digno a una maquiavélica vida, aunque fuese un final lleno de interrogantes. Con todo, uno tiende a pensar que aún faltan muchos años y muchos documentos por desclasificar para conocer la verdad. Pasión por la II Gran Guerra.

domingo, 31 de enero de 2010

Las historias secretas que Hopper pintó

Un lector, que a su vez tenga como segunda (o primera) afición la pintura, puede llegar a Edward Hopper de muy diversas maneras: a través de las portadas de un libro, de las declaraciones de Román Polansky quien llegó a afirmar que su conocido lienzo “Aves nocturnas” habría podido invertarlo –pintarlo- un cineasta, e incluso a través de esa simpática serie de dibujos que todas las tardes se asoma y nos sonroja en nuestros televisores, Los Simpson, quienes tuvieron la desfachatez y el descaro de reproducir algunas de sus imágenes en algunas de sus capítulos. Lo que no sabíamos (al menos yo lo desconocía) es que también el genial Alfred Hitchcock quedó fascinado por su mundo pictórico, inspirándose en el óleo Casa junto al ferrocarril para su celebre Psicosis, o que John Updike llegó a escribir un poema al quedar literalmente prendado por la tela Habitación de hotel, en donde una mujer joven en ropa interior lee una carta sentada sobre una cama de un hotel, mientras observa como reposan sus maletas. Ahora, Icaria Editorial publica Las historias secretas que Hopper pintó, en donde Erika Bornay traza a partir de sus lienzos aquellas imágenes posibles, reales o imaginarias, pero siempre mostrándonos la cara oculta de una obra de arte que siempre está presente: esperando que alguien la interprete

domingo, 10 de enero de 2010

Iguales pero distintos

¿Se han fijado en la extraña coincidencia de las portadas de las libros?. Quiero decir. Últimamente, quiero pensar que por pura casualidad ya que de lo contrario tendríamos que estar hablando de la escasez de ideas de los diseñadores de las mismas, confluyen en las librerías diferentes textos con idénticas tapas, lo que a menudo da origen a confusiones, o cuando menos a comentarios curiosos por parte de cuantos seguimos el mercado Editorial como si de una Etapa Reina de la Vuelta Ciclista se tratase. Y para que nadie se llame a engaños, voy a citarles tan sólo algunos casos, en la seguridad de que son muchos más: nos encontramos así con el ensayo El universo, los dioses, los hombres, de Jean-Pierre Vernat (Anagrama) cuya portada, detalle de crátera ática del año 570 a.C. lo podemos ver además de en el Museo Arqueológico de Florencia, en la novela La caverna de las ideas, (Alfaguara) de José Carlos Somoza. También podemos deleitarnos con el Retrato de Poseuse de George Pierre Seurat tanto en los Cuentos Completos de Catherine Mansfield editados por Alba como en la novela corta de Antonio Muñoz Molina En busca de Blanca, editada por El Círculo de Lectores, o con el retrato de I.S. Turguévev de V.S. Pérov (1872) en Diario de un hombre superfluo (KRK) y Páginas autobiográficas (ALBA) ambos del propio Turguenev. Pues bien. Lejos de ser una curiosidad resulta cada vez con más frecuencia una constante dentro del gremio editorial, como si se intentase con ello cubrir una carencia determinada, o contrarrestar un éxito puntual. Pero, ¿acaso Muñoz Molina necesita ampararse en estrategias de mercado para vender más libros?. ¿Se imaginan ustedes a Manuel Vicent compitiendo con otros autores (ahora que recuerdo también sus Máscaras de Aguilar se vio reproducido en El barón y las bestias del infierno de Juan Perucho en la Editorial Xordica) por un pedazo de la tarta de ventas?.
Cuando era mas joven, y acudía con regularidad al cine, recuerdo que cuando terminaba la película siempre me quedaba hasta el final aguantando el tipo, es decir, hasta que pasaban todos los títulos de crédito. Esa costumbre, por desgracia desaparecida hoy en día merced a la mala educación de los espectadores que no contentos con mostrarla en público se dedican a inculcarlas a sus hijos, junto a las temidas palomitas de maíz, esa costumbre decía, consiguió que con el tiempo conociéramos a los diferentes responsables de fotografía de los filmes, a sus jefes de vestuario y hasta a quien traducía a un determinado autor. ¿Quien no recuerda la traducción de los Cuentos de Allan Poe por Julio Cortazar, o la de la trilogía de Italo Calvino que bajo el genérico título de Nuestros antepasados, conformada por El barón rampante, El vizconde demediado y El caballero inexistente, habría de consagrar la labor de Esther Benítez?. Sirve todo esto de ejemplo, porque por desgracia sólo recientemente se había comenzado a valorar las carátulas de las portadas de los libros, pero supongo que muy pocos lectores estamos en disposición de citar al responsable del diseño gráfico de alguna Editorial, salvedad expresa por supuesto, de Enric Satué, a quien nunca podremos agradecerle lo suficiente la sobriedad de aquellos volúmenes de antaño de Alfaguara. Todos iguales, pero todos diferentes.
Es por eso que me llama la atención el que ahora, justo cuando la profesión de diseñador comienza a ser respetada, las Editoriales muestren sus debilidades tan a las claras y sin ningún pudor exhiban en los escaparates de las librerías y en igualdad de condiciones los títulos de su catálogo, como denostando e infravalorando una de las razones fundamentales que intervienen a la hora de la compra de un libro: la portada. Porque existen libros, no nos llamemos a engaños, que se adquieren única y exclusivamente por la atracción que sobre nosotros ejerce su portada. Pero, cuando esta se repite con insistencia, y a veces coincidiendo con un autor que nunca habríamos de comprar, dicha atracción, cual inexhuberante manifestación telúrica, pierde su virtud enterrada entre bastidores y se dispone a dormir el sueño de los justos, o el del olvido.
No desdeñemos un libro por el talante de su cabecera, no sería justo. Pero dotémosle de la personalidad y del rigor estilístico necesario para que, como en aquellos filmes de antaño, sepamos reconocerle con el tiempo merced a la huella dactilar que dejó en nuestro interior.