jueves, 23 de octubre de 2008

Los amantes de silicona


Los amantes de silicona
Autor.- Javier Tomeo
Edita.- Anagrama – Barcelona - 2008

Por Luis García

Pornografía telúrica



Pocas veces en literatura (al menos si tomamos como referencia los últimos años), nos vamos a encontrar con una novela tan hilarante y surrealista como la última de Javier Tomeo, en la que el terreno de juego de la misma viene dado desde las primeras páginas de una forma tan clarividente y a la par, seguro que algunos lo matizarán, tan poco atractiva. Tan sosa, que diría mi abuela. Pocas veces por otra parte, nos vamos a encontrar con una novela como Los amantes de silicona, tan original e ingenua, de esas que se atreven a desnudarnos (seguro que muchos lectores se sentirán identificados con Basilio y Lupercia, a la par personajes de la misma) y por qué no, a mostrar nuestras más íntimas miserias. Las que solemos guardar para la alcoba, para la intimidad o dentro del armario. Y es que para sobrellevar nuestras soledades podemos ver la tele, ir al cine, acudir a algún que otro espectáculo de boys en el que se nos muestre “cuarto y mitad” o comprarnos una muñeca (o muñeco) hinchable que ayude a combatir nuestras necesidades más íntimas. Pero Marilyn, perteneciente a la tercera generación de Muñecas Consoladoras Minerva HP-457, y Big John, que así se llama el semental de silicona de Lupercia, cometerán en un momento dado la osadía de ser infieles a sus respectivos dueños, enrollándose entre ellos y dándole así una nueva y desconocida dimensión al concepto adulterio. Todo un desafío para las mentalidades quienes los habían comprado y dado vida, para las nuestras propias y para la del supuestamente escritor de Los amantes de silicona, un alter ego de quien firma la novelle. ¿Dónde esta el corazón de los muñecos? Se pregunta Lupercia en la pagina 57. ¿Donde lo esconden?. Tomeo ha escrito el propio, sin pretenderlo me figuro, su obra más inverosímil, si nos atenemos a las estrictas leyes de le verosimilitud aristotélicas. Ha escrito su novela mas divertida, y decir esto de Tomeo es decir mucho, y a la par, ha escrito una obra tremendamente descorazonadora por cuanto anticipa (ya lo había hecho hace años Isaac Asimov en El hombre del bicentenario) la dificultad que tenemos para relacionarnos los humanos, para establecer complicidades, para amarnos en definitiva. La soledad es algo más que un término evasivo y angustioso. Es lo que tenemos a la vuelta de la esquina en una sociedad en la que prima el éxito profesional sobre el personal. El resto no lo vamos a contar, que Tomeo se merece ser leído y por tanto, que no se desvelen sus “interioridades literarias”.

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