miércoles, 18 de noviembre de 2015

CLASICOS DE NAVIDAD



CLASICOS DE NAVIDAD




Dos clásicos de esos que todo amante de los libros debiera tener en su biblioteca, acaban de aparecer sin hacer ruido en las mesas de novedades de las librerías, y con igual rapidez, también se han ido de las mismas merced a la vorágine del mercado editorial. El primero de ellos es una fantástica edición de Moby Dick, de Herman Melville, que editado por Sexto Piso, traducido por Andrés Barba y con ilustraciones de Gabriel Pacheco, promete ser la edición definitiva. Eso esperamos. Melville siempre será recordado por dos obras: los avatares del capitán Ahab persiguiendo a la ballena blanca, y Bartleby, el escribiente, o la narración de un oscuro oficinista que cada vez que recibe un encargo siempre contesta con la muletilla “preferiría no hacerlo”. Pero centrándonos en Moby Dick, poco queda que decir de la novela: es grandiosa hasta la extenuación, intensa y fascinante. Los adjetivos que le dedica el crítico Harold Bloom en la contraportada no pueden ser más acertados aunque otros lectores los tilden de excesivos. Porque no deja de ser un libro. Un libro sobre la mar y por el mar. Sobre la dureza de la vida en el mar, y lo incomprensible de dos figuras que se atraen y se repelen a la par hasta que en su fanática lucha descubren que “solo pueda quedar uno”. La bella y la bestia. El capitán Ahab, corroído por la sed de venganza, y esa a su juicio “maldad” de la naturaleza personificada en la ballena blanca, en Moby Dick. Una gran novela que ha sido objeto de películas inolvidables, comics y que posiblemente el tiempo aún traerá nuevas adaptaciones cinematográficas. 



El otro clásico que hoy me atrevo a recomendar, se trata de la edición de Drácula de Reino de Cordelia. Traducido por Juan Antonio Molina Foix, como no, y con ilustraciones de Fernando Vicente, uno a veces tiene la sensación sobre qué es más importante: el texto en sí, la traducción, o el cuidado de la edición. Esto que también es ampliable al libro anteriormente recomendado, en Drácula adquiere una dimensión espectacular. Un papel de un gramaje diferente, un tipo de letra y tinta que ayuda a la lectura, hacen de este volumen un lujo en cualquier biblioteca más allá de la obra maestra de Bram Stoker. Más allá del monstruo y del terror que pueda inspirar en quienes lean el libro. La novela, para quienes no la hayan leído, conviene decirles que está compuesta de cartas y piezas de diarios, todo con el objetivo de llegar a un inesperado desenlace. Pero, ¿se sabe quién era Drácula? Algunos afirman que Stoker se basó en un personaje real, “La condesa sangrienta”, Erzsébet Báthory, de quien se decía se bañaba en sangre de sus víctimas y la bebía para mantenerse eternamente joven. Drácula, también llamado Nosferatu, ha sido llevada al cine en innumerables ocasiones, y seguirá siéndolo. La ultima adaptación la podemos ver esta Navidad incluso. Pero ¿Cuál es la más real y certera? ¿Cuál ha sido el Conde más fidedigno con la novela? Unos se inclinan por Béla Lugosi. Y otros por la más reciente versión que hiciera el cineasta Francis Ford Coppola. Pero son opiniones. 

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