jueves, 15 de septiembre de 2011

Somos iguales, somos diferentes

Hacia 1980, cuando la Editorial Anagrama comenzaba a dar sus primeros pasos y aún Herralde no podía ni imaginar en que se podía convertir la Editorial, un joven autor mexicano, Sergio Pitol, habría de publicar un maravilloso conjunto de relatos agrupados bajo el título de Vals de Mefisto. Era el número 2 de la colección Narrativas Hispánicas y de algún modo el nacimiento de la leyenda de uno de los grandes autores hispanoamericanos del fin del milenio. Después, llegarían, aparte de un buen puñado de novelas y relatos, el Premio Cervantes, y ahora en el ocaso de su vida (¿literaria?) entrega a sus lectores Una autobiografía soterrada. Ensayos, relatos, recuerdos, viajes, todo cabe en apenas 134 paginas. Incluso una conversación con el malogrado Carlos Monsivais, lo que le otorga al volumen cierto tono de testamento literario. De dicha conversación, que a mi modo de ver resulta lo mas jugoso del texto, podríamos extraer lo que para Sergio Pitol sería su canon literario: Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Antonio Tabucchi, Ricardo Piglia, flamante Premio de la Critica 2011, los malogrados Juan José Saer y Roberto Bolaño, William Faulkner, Musil, Balzac… ¿Y entre los españoles?. Paradójicamente escasamente menciona a dos autores: Enrique Vila Matas y Cristina Fernández Cubas, dos autores de culto a quienes sigo desde sus comienzos. Sobremanera a Cristina. Lástima que la autora de obras como El columpio o Hermanas de sangre no se prodigue con más asiduidad. Lástima que Sergio Pitol intuya que el final de su carrera (literaria) está cercana. Lástima. Y de Sergio a Trapiello, hasta la llegada del inefable C.V. uno de los autores que más escribían y editaban en España, ya tenemos nueva novela por él llamada “novela en movimiento”. Ya tenemos nueva entrega del Salón de los pasos perdidos, esta vez con el volumen correspondiente al año 2003 (recordemos a los lectores que estamos hablando de los Diarios de Andrés Trapiello) agrupado bajo el titulo de Apenas sensitivo. ¿Qué tiene de nuevo esta diecisieteava entrega?, se preguntaran sus lectores. Es curioso. Eso mismo me preguntaba hace años con la que hacia el número dieciséis, el quince, el catorce…. Y sin embargo el influjo de su diario era poderoso y no podía caer en la tentación de hacerme con él. Pero era más de lo mismo, y a estas alturas ya resulta cansino tanta utilización de consonantes para referirse a supuestos enemigos escritores o poetas. Aunque, por otra parte, es de agradecer que en esta ocasión se haya dejado un buen puñado de páginas por publicar y esta entrega sea bastante más delgada. Apenas sensitivo, Editorial Pre-Textos, como siempre. Somos iguales, somos diferentes. ¿Quién mejor que Robert Crumb para ilustrar las historias de Charles Bukowski?. Se sabe que tan solo se habían visto una sola vez, lo cual puede parecer extraño, pero que sin embargo se profesaban respeto mutuo, algo que dice mucho de ambos genios.
«Para mí —opinó Crumb sobre Bukowski— dice las cosas como hay que decirlas.”
«En la gente que él dibuja —dijo Bukowski sobre Crumb— hay energía y resplandor”.
Es difícil valorar si es mejor el huevo o la gallina, es decir, si son mejores los tres relatos de Tráeme el amor de Bukowski o las ilustraciones de Crumb. Porque a su manera ambos son narradores, ambos son ilustradores, y ambos perciben la realidad de idéntica manera. Eso les hace únicos e irrepetibles. Y es que como dice Charles Bukowski en el relato No funciona el negocio, “Recesión es cuando tu mujer se escapa con alguien. Depresión es cuando alguien te la trae de vuelta”. Tres relatos en los que las más bajas pasiones confluyen con la Gran Depresión y el toque característico de Crumb.

No hay comentarios: