sábado, 24 de octubre de 2009

La divisa en la torre


Antonio Pereira
La divisa en la torre
Alianza – 2007 – 252 páginas

Un referente del relato breve


Villafranca del Bierzo significa para Antonio Pereira, poeta , autor de relatos y sobretodo “contador de historias”, (fallecido recientemente), algo así como Lisboa para Pessoa, Comala para Rulfo o Celama para su paisano Luís Mateo Díez. Villafranca del Bierzo es ese territorio mágico en el que el genial escritor leonés reúne y da forma a todos sus personajes, todas sus vivencias, todos sus sueños literarios. Dice Antonio Pereira, leonés o berciano, como a él le gusta ser considerado, que “escribir un cuento es tener una buena historia contada con brevedad, intensidad y trascendencia”, algo que le ha convertido en uno de esos referentes literarios de primer orden y en un maestro del relato breve o hiperbreve en una comarca que vio nacer autores como el mencionado Luís Mateo Diez, José María Merino o Juan Pedro Aparicio, escritores que posteriormente cultivarían con mayor o meno éxito dicho género. (Conviene hacer un inciso y recordar que no ha sido nuestro país precisamente cuna de grandes autores de dicha variedad literaria, a diferencia del Cono Sur Americano. Si acaso, y salvando las distancias en cuanto a extensión y contenido, Ignacio Aldecoa, como no). Pero si posiblemente el tener más edad le ha impedido a Antonio Pereira formar parte de dicha generación, acercándole más a esa otra de escritores respetables y respetados (Francisco Ayala, José Luís Sampedro), que ya entrados en edad provecta gozan de las mieles de la critica, ha sido dicha condición unida a su militancia berciana la que le ha hecho ser inductor intelectual del llamado filandón, uno de esos términos con los que hoy en día se refieren al microrrelato. Su último libro publicado, que es la excusa que nos ha traído hasta aquí, La divisa en la torre, está formado por aproximadamente unos sesenta relatos breves, algunos de no más de una página, y se puede decir aún a riesgo de pecar de inexactitud que se tratan de sus cuentos más autobiográficos. En ellos, Antonio Pereira rinde homenaje a sus seres más queridos, poetas muchos de ellos: Gil de Biedma, Carlos Barral, Álvaro Cunqueiro, y su gran amigo Antonio Gamoneda. “Estoy convencido que se hablará mucho del poeta” dice en Los cuadros del psiquiatra, como anticipando todo cuanto le habría de venir al poeta astur-leones, Premio Cervantes 2006. Es probable también que algunos relatos levanten cierto resquemor. Ya veremos. Lo cierto es que en La expectativa se dibujan pinceladas literarias que repasan la historia de la transición, la que fue y la que pudo ser, la que nos contaron nuestros mayores, por supuesto, fabulada por su afilada pluma, mientras que otros cuentos, los mas divertidos, nos recuerdan haciéndole un curioso guiño al destino que las tertulias literarias no son patrimonio de Café alguno, o nos relatan alguno de sus múltiples viajes con motivo de sus innumerables intervenciones literarias.



La divisa en la torre no es una antología de cuentos, pero tampoco es una novela, sino que todos sus relatos forman una unidad continuación de sus Cuentos de la Cabila. Son vivencias del autor narradas de una forma desenfadada, como su encuentro con Basilio Baltasar en La Casona de Verines, o con Don Camilo José Cela en el Parador de su pueblo, contadas, digo, desde el humor y el amor por la buena literatura: la que suele trasmitirse oralmente de padres a hijos al calor de la lumbre. (Así precisamente nacieron los filandones). Podría decirse que a diferencia de Los cuentos de la Cabila en donde el autor se volcaba en la infancia y la adolescencia, ahora el narrador es un hombre hecho y derecho, consciente de su edad y de su legado literario. Por eso La divisa en la torre (el propio titulo resulta enigmático y significativo donde se nos anticipa lo que vamos a leer) supone a su modo su testamento literario. Dice el propio Pereira cuando se refiere al género del cuento, que él no lo elige, que es el relato el que elige el autor. Toda una declaración de intenciones. Es de agradecer esta edición de La divisa en la torre, pero sería bueno para la literatura, que se recuperase y divulgase el resto de su obra. El dulce momento que vive el relato breve hace merecedor a Antonio Pereira de una segunda oportunidad dada la escasa difusión de su obra. Al fin y al cabo como él mismo ha reconocido, aún le queda mucho por contar.

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