CLASICOS DE NAVIDAD
Dos clásicos de esos
que todo amante de los libros debiera tener en su biblioteca, acaban de
aparecer sin hacer ruido en las mesas de novedades de las librerías, y con
igual rapidez, también se han ido de las mismas merced a la vorágine del
mercado editorial. El primero de ellos es una fantástica edición de Moby
Dick, de Herman Melville, que editado por Sexto Piso, traducido por
Andrés Barba y con ilustraciones de Gabriel Pacheco, promete ser la edición
definitiva. Eso esperamos. Melville
siempre será recordado por dos obras: los avatares del capitán Ahab
persiguiendo a la ballena blanca, y Bartleby, el
escribiente, o la narración de un
oscuro oficinista que cada vez que recibe un encargo siempre contesta con la
muletilla “preferiría no hacerlo”. Pero centrándonos en Moby
Dick, poco queda que decir de la novela: es grandiosa hasta la
extenuación, intensa y fascinante. Los adjetivos que le dedica el crítico
Harold Bloom en la contraportada no pueden ser más acertados aunque otros
lectores los tilden de excesivos. Porque no deja de ser un libro. Un libro
sobre la mar y por el mar. Sobre la dureza de la vida en el mar, y lo
incomprensible de dos figuras que se atraen y se repelen a la par hasta que en
su fanática lucha descubren que “solo pueda quedar uno”. La bella y la bestia. El
capitán Ahab, corroído por la sed de venganza, y esa a su juicio “maldad” de la
naturaleza personificada en la ballena blanca, en Moby Dick. Una gran novela
que ha sido objeto de películas inolvidables, comics y que posiblemente el tiempo
aún traerá nuevas adaptaciones cinematográficas.
El otro clásico que hoy me
atrevo a recomendar, se trata de la edición de Drácula de Reino de
Cordelia. Traducido por Juan Antonio Molina Foix, como no, y con ilustraciones
de Fernando Vicente, uno a veces tiene la sensación sobre qué es más
importante: el texto en sí, la traducción, o el cuidado de la edición. Esto que
también es ampliable al libro anteriormente recomendado, en Drácula
adquiere una dimensión espectacular. Un papel de un gramaje diferente, un tipo
de letra y tinta que ayuda a la lectura, hacen de este volumen un lujo en
cualquier biblioteca más allá de la obra maestra de Bram Stoker. Más allá del
monstruo y del terror que pueda inspirar en quienes lean el libro. La novela,
para quienes no la hayan leído, conviene decirles que está compuesta de cartas
y piezas de diarios, todo con el objetivo de llegar a un inesperado desenlace. Pero,
¿se sabe quién era Drácula? Algunos afirman que Stoker se basó en un personaje
real, “La condesa sangrienta”,
Erzsébet Báthory, de quien se decía se bañaba en sangre de sus víctimas y la
bebía para mantenerse eternamente joven. Drácula, también llamado Nosferatu, ha sido llevada al cine en
innumerables ocasiones, y seguirá siéndolo. La ultima adaptación la podemos ver
esta Navidad incluso. Pero ¿Cuál es la más real y certera? ¿Cuál ha sido el
Conde más fidedigno con la novela? Unos se inclinan por Béla Lugosi. Y otros
por la más reciente versión que hiciera el cineasta Francis Ford Coppola. Pero
son opiniones.